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31-39 La gente tomó a Daniel y lo echó a una cueva en donde había siete leones. Todos los días alimentaban a esos leones con dos personas y dos ovejas, pero ese día no les dieron de comer, para que devoraran a Daniel.

En ese mismo día, el profeta Habacuc, que vivía en Judea, estaba preparando comida. Él puso unos panes en una canasta para llevárselos a los hombres que estaban en el campo recogiendo la cosecha de trigo. Fue entonces cuando se le apareció un ángel de Dios y le ordenó:

—Llévale esa comida a Daniel, que está en Babilonia, en la cueva de los leones.

Pero Habacuc le respondió:

—Señor, si no conozco dónde está Babilonia, ¿cómo voy a encontrar esa cueva?

El ángel de Dios lo agarró de los cabellos, y se lo llevó a Babilonia, justo a donde estaba la cueva.

Entonces Habacuc gritó:

—¡Daniel, Daniel! Dios te envía esta comida; tómala.

Daniel respondió:

—¡Dios mío, te acordaste de mí y no me abandonaste, pues yo te amo!

Luego se levantó y comió. Mientras tanto, el ángel de Dios tomó al profeta y lo llevó de regreso a Judea.

Pasaron seis días,

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